domingo, 14 de marzo de 2010

UN RELATO

El viernes fui a donar sangre para unos amigos, fui con el gusto de ayudar, porque tengo la convicción de que las obras buenas siempre, más temprano que tarde, se regresan. La experiencia fue muy interesante, sobre ella arrojaré unas líneas en forma de relato novelado. Llegué casi corriendo al hospital, vivo a 5 minutos de ahí y fui incapaz de despertarme a las 6 de la mañana con 20 minutos para bañarme y salir de mi casa faltando 10 minutos para las 7, en fin, sólo llegué a las 7 con 5 minutos, la fila ya estaba un poco larga, pero mi amiga ya me tenía apartado mi lugar, me contó todo lo que le había pasado durante varios días, me agradeció que estuviera ahí, le dije que no tenía nada que agradecerme, e hicimos algunas bromas mientras esperaba mi turno para que me extrajeran unos cuantos mililitros de sangre.
Así fue, mi turno, creí que a partir de ese día me espiarían, foto y piano, como si fuera delincuente, jejejeje, sí, foto y huella digital para identificarme, para sus archivos, para evitar donar varias veces, para quién sabe que más, la modernidad llegó al hospital, pero quienes la manejan, luego de hacer lo mismo todos los días, todavía no se modernizan... errores, faltas de ortografía, teclean con un dedo (jejeje).
Y luego de foto y piano, siguió el momento en donde la autoestima me fue aumentando poco a poco, peso y altura correcto, la presión excelente, ya había pasado la primera prueba; la segunda prueba fue un cuestionario donde me preguntaron cosas casi estúpidas, además quien me aplicó el cuestionario era un enfermero que tenía cara de llevar varias noches sin dormir y que se dormía mientras hablaba, imagínense, preguntando y cabezeando, jejeje, me hacía una pregunta, y dormía por dos minutos, jejeje, pero eso sí, tosí una vez e inmediatamente se levantó de su silla con un abatelenguas en la mano y me dijo: tiene tos verdad?, a lo que yo contesté: para nada, sólo tengo seca la garganta; pero me hizo abrir grande la boca y me revisó, afortunadamente esa prueba también la pasé, y las preguntas de lo peor, como esa que dice: ¿ha tenido sexo con hombres en los últimos 2 años? Jajaja, ya me imaginó a alguien diciéndole que sí, o contestándole, para nada, sólo hace tres años, pero en los últimos dos no, jajajaja, en fin, tonterías de los hospitales.
Luego la prueba de fuego, la toma de la muestra de sangre para ver si estaba en condiciones de donar, para decirlo rápido, para ver si no tenía anemia o alguna otra enfermedad, empezó a salir la enfermera a nombrar los aprobados para donar, salió una y dos veces y mi nombre no salía, upsss, pensaba mientras seguía platicando con mi amiga, pero a la tercera que oigo mi nombre, uffff, eso quería decir que podía donar, que estaba sano, excelente.
La sala de donadores es un cuarto con sillones tipo reposet, excelentes, la enfermera amable; los demás donadores al igual que yo, entre nerviosos y contando chistes, riéndonos de los que no habían podido donar, de los que le tenían miedo a ver la sangre, de los que se desmayaban con sólo verla, y las competencias iniciaron, haber quién llenaba primero su bolsa, abran y cierren los puños nos dijo la enfermera, quedé en tercer lugar, seguro hubiera quedado en primero, pero tuve un momento un poco flexionado el brazo, por eso no salía la sangre tan pronto, pero lo logré, 600 ml de mi sangre estaban en una bolsa, uppsss.
Ahora seguía el desayuno de hospital, un vaso pequeño de jugo de manzana, un sándwich de jamón y una pera, todo esto teniendo el brazo flexionado con un algodón en medio para tapar el orificio y evitar que salga más sangre y además que se te hinche.
Fue una buena experiencia, que sólo podré repetir dentro de seis meses, porque ya me tienen fichado en el banco de sangre, jejejeje.

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