domingo, 21 de febrero de 2010

LA MÚSICA Y LOS SILENCIOS

Este fin de semana asistí a la feria del libro del Palacio de Minería, excelente como siempre, y recorriendo los diversos stands me encontré con el de TV UNAM, supongo que no es normal que en una feria del libro vendan dvd's, pero así fue, un stand lleno de dvd's, series y diversos programas que la televisión universitaria ha producido y transmitido. Compré varios, entre ellos el cortometraje "Pedro y el Lobo", aquel que ganó el Óscar por mejor cortometraje animado en 2008, y pues yo no lo había visto precisamente porque ganó este premio, que para mi es sinónimo de cine comercial (malo y a veces aburrido), y me seguía resistiendo, pero luego de observar diversas producciones del canal universitario me fui haciendo a la idea de que podía ser algo bueno, y pues que lo compro, además a un precio muy bajo, 80 pesos.
Llegando a casa lo primero que hice fue conectar el reproductor de DVD y observar el cortometraje, y que me llevo una grata sorpresa, un corto de 30 minutos aproximadamente, musicalizado magistralmente por la Philharmonia Orchestra, la obra de Prokofiev, no necesita una sola palabra en su sonido para ser un cortometraje excelente, los personajes no hablan, las señas, las actitudes y el ritmo de la música lo son todo, vasta con observar la mirada de Pedro para saber si está enojado o triste, o ver la actitud del Gato para intuir que tiene miedo, o bien mirar al Lobo para saber lo que planea en contra del Pato o del Pájaro.
Diversas escenas de Pedro me recordaron el viejo pasaje de la caverna en donde sólo con las sombras se intentaba conocer la realidad, ahora era a través de un orificio que Pedro buscaba conocer la realidad.
Sorprendente me resulto la capacidad imaginativa de Pedro o del Pato o del Pájaro, la búsqueda de nuevas cosas los llevó a investigar y descubrir novedades, como que el Pato podía aprender a patinar en el hielo, o que el un globo era capaz de ayudar a volar al Pájaro, aquí se nos muestra magistralmente como es imprescindible para los humanos nunca perder la capacidad de asombro y el gusto por los descubrimientos.
Y todo esto lo logran sin ninguna palabra, si acaso un ronroñeo del gato, pero todo con música y silencio, de verdad que esto es de gran valía.

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